lunes, 16 de mayo de 2016

La sexualidad en las personas con discapacidad

La sexualidad es algo fundante que nos permite ser, reconocernos del otro, con el otro y como hombre o mujer. Se diferencia de la genitalidad y la sobredimensiona. Somos seres sexuados desde el mismo momento del nacimiento. La sexualidad está marcada en primer lugar, por la relación madre-hijo: lo mira, lo acaricia, lo arrulla… Es un acto amoroso.
Esto ¿se da tan naturalmente entre los padres que tienen un hijo con diversidad funcional? (Persona con diversidad funcional es sinónimo de persona con discapacidad: intelectual, motriz, sensorial o psíquica).
En el siglo XX y XXI los padres comienzan a preocuparse por  sus hijos con discapacidad y sus cuerpos, y dejan de ser los “angelitos” del siglo XVIII y XIX, me remito con este tema al terreno de la mitología y los prejuicios, tabúes, supuestos (casi siempre negativos) como por ejemplo: “de eso no se habla”, “son ángeles”, “son asexuados” o “son hipersexuados”, “son niños eternos”, “tienen una sexualidad dormida“ o “tienen una sexualidad incontrolada”, “no tienen deseos ni necesidades sexuales”, “no son atractivos”, “nadie los podrá amar”, “no pueden ni deben formar pareja, casarse, procrear”, “en caso de necesidad deberán autosatisfacerse”…
Los mitos: impactan negativamente sobre la sexualidad de una persona con discapacidad. Se silencia, se invisibiliza la diversidad y se considera peligrosa e innecesaria la educación sexual, por lo tanto, se evita y se reprime, limitando el pleno ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos. La sexualidad en la diversidad funcional genera pánico. La dificultad radica en el modo que tienen la personas, mal llamadas sin discapacidad, para enfrentar y construir la sexualidad en discapacidad.

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